Luis Claramunt

(Barcelona, 1951 – Zarautz, Gipuzkoa, 2000)

Obras del autor
XX Español
 
De formación autodidacta, nació en el seno de una familia de clase media con un fuerte amor por la cultura, de la que recibió una educación liberal y laica.

Abandonó la casa paterna para dedicarse de lleno a la pintura, y se instaló a vivir en los alrededores de la plaza Real, donde adoptó una vida de artista bohemio y estableció una estrecha relación con las familias gitanas de las que asimiló muchas costumbres, como la afición a los toros, a las peleas de gallos y a los mercadillos callejeros; en general, a lo que él mismo denominaba el lado duro de Barcelona.

Durante las tres décadas en las que se encuentra activo, Claramunt practica una pintura cuya temática y estilo cambian a medida que se distancia física y socialmente de Barcelona.

Sus inicios transcurren entre los años 1967 y 1984, la pintura que practica nada a contracorriente y, en vez de buscar referentes en las vanguardias, decide centrarse en la pintura naturalista y muy particularmente en la obra del pintor catalán Isidre Nonell. Desarrolla su técnica y define las bases de su propia personalidad, al mismo tiempo que se da a conocer en los medios artísticos de Barcelona. Realiza sus primeras exposiciones individuales, entre las que destaca la celebrada en 1983 en la hoy desaparecida galería
, su primera exposición antológica, en la que repasaba quince años de su trabajo y que de alguna manera daba por finalizada su etapa barcelonesa.

Agobiado por el ambiente artístico tan cerrado que había en Barcelona, en 1984 se traslada a Madrid y luego a Sevilla, desde donde realizará numerosos viajes a Marruecos para instalarse finalmente otra vez en Madrid, donde vivió hasta el final de su vida. Estos viajes le ayudan a desarrollar en su época de madurez una pintura más analítica y más sintética, en la que mejor muestra su dominio de los recursos y mayores influencias recibe.

El 18 de diciembre del año 2000, Luis Claramunt murió en Zarauz, sin haber cumplido los cincuenta años pero dejando una importante obra, que se expone periódicamente en las mejores galerías, siendo Juana de Aizpuru la que se convirtió, desde finales de los años ochenta, en su principal marchante.