Carmelo Ortiz de Elgea

(Vitoria, 1944)

Obras del autor

XX-XXI Español

Carmelo Ortiz de Elgea es uno de los principales pintores del panorama artístico vasco. Renovador del género del paisaje contemporáneo, su producción lo aborda desde una perspectiva absolutamente particular, reinterpretando de forma emocional el entorno que le rodea.

Nacido en Vitoria en 1944, su pasión por el arte se desarrolla tempranamente y con solo once años se matricula en la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria. Posteriormente, gracias a una beca de la Fundación Vidal y Fernando de Amárica, se traslada a Madrid para acudir al Círculo de Bellas Artes. Durante esta estancia complementa su formación con visitas al Museo Nacional del Prado y establece relación con artistas fundamentales del momento, como Luis García Ochoa (1920-2019), Julián Gil (1939) y los paisajistas de la
. Estos contactos influyen de manera decisiva en las primeras obras de Ortiz de Elgea, en las que, todavía vinculado a la tradición figurativa, la reinterpretación del paisaje sigue formal y estéticamente el trabajo de los miembros de la
.

En su segunda estancia en la capital madrileña, en 1965, comparte con su amigo y pintor Juan Mieg (1938) el estudio de Julián Gil; en esa época ambos se ven influidos por el
y por la figura de Antoni Tàpies (1923-2012), hecho que les lleva a realizar un conjunto de piezas de gran densidad matérica. De vuelta en el País Vasco el año siguiente, participa en la creación del
en Álava, uniéndose a otros artistas que perseguían la renovación del arte vasco dentro del incipiente
. El grupo lo funda en 1966 Juan Mieg y en él se integran el escultor Jesús Echevarría (1916-2009), el pintor Joaquín Fraile (1930-1998) y el fotógrafo Alberto Schommer (1928-2015). Esta época es especialmente relevante para Ortiz de Elgea, que en 1968 gana el Primer Premio del Gran Premio de Pintura Vasca. Durante est
e periodo su obra se va aproximando a la estética del
. A lo largo de los años setenta, la figura humana se convierte en la protagonista de sus composiciones, en las que tiene una importancia predominante el color más puro y vibrante. Con el paso del tiempo, su trabajo evoluciona paulatinamente y de manera estructurada hacia una abstracción muy personal, basada en las formas orgánicas de la naturaleza, que surgen en sus pinturas con absoluta espontaneidad.

De 1978 a 1980, gracias a una beca de la Fundación Faustino Orbegozo Eizaguirre, muestra su producción dentro del proyecto itinerante conocido como Erakusketa. A partir de entonces, y hasta la actualidad, tendrá una actividad expositiva intensa a nivel nacional, destacando las retrospectivas organizadas en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la última en 2016.