Antonio Rodríguez Luna

(Montoro, Córdoba, 1910 – 1985)

Obras del autor

XX Español

Andalucía lo vio nacer y morir. De origen humilde, Antonio Rodríguez Luna comienza sus estudios de pintura en el taller de Juan Lafita (1889-1967) en Sevilla, trabajando como pintor ceramista. En 1927 se traslada a Madrid, donde se matricula en la Academia de San Fernando, asistiendo a las clases que imparte Julio Romero de Torres (1874-1930) y entra como aprendiz en el taller de Timoteo Pérez Rubio (1896-1977).

Sus ideales republicanos le llevan a firmar el manifiesto La tierra (1923) y a acercarse al grupo de artistas vanguardistas, primero desde postulados surrealistas y posteriormente, tras la revolución de Asturias de 1934, desde una estética más realista, teñida de tintes sociales y revolucionarios, que le lleva a realizar para el bando republicano la edición del álbum Dieciséis dibujos de guerra, que presenta en 1937 en la Exposición Internacional de París.

Es militante comunista y forma parte de la “España peregrina”, es decir, de aquella generación desterrada por la Guerra Civil y exiliada en México gracias a la política cardenista de asilo. La Beca Guggenheim le permite residir y mostrar su trabajo en Nueva York, y a su regreso es nombrado profesor de la Escuela Nacional de Artes Plásticas. En las siguientes décadas su pintura evoluciona hacia el expresionismo y el
. También le interesaron los temas de animales, especialmente el toro, tan ligado a su tierra natal, así como los bodegones y los interiores, tratados todos ellos con gran delicadeza y lirismo.

Paralelamente a su vocación pictórica, lleva a cabo una activa labor de ilustrador en revistas antifranquistas (Octubre, de Rafael Alberti, Mono azul) y, ya radicado en México, para ediciones literarias de sus compatriotas Max Aub, León Felipe o Pedro Garfias.

Expone de manera intermitente en la Galería de Arte Mexicano, el Museo de Arte Moderno (1959, 1974, 1980) y el Palacio de Bellas Artes (1984). Su desempeño artístico le valió en vida un reconocimiento que más tarde declinó, debido a las fluctuaciones del gusto y los avatares del mercado.