Feliciano Hernández

(Gallegos de Altamiros, Ávila, 1936 - Navalcarnero, 2018)

Sin título

1974

chapa de acero inoxidable, recortado, doblado, soldado, pulido y mateado

127 x 425 x 35 cm

Nº inv. 1592

Colección BBVA España


No contento con los cauces rígidos que le impone la formación académica en Bellas Artes, Feliciano decide abandonar los estudios para dedicarse a la escultura. Su proceso creador siempre ha estado presidido por el signo de la experimentación formal.
 
En su primera época, el hierro cobra protagonismo y se convierte en su obsesión. En su trabajo de este metal, en el que el fuego tiene una importancia capital, la fundición deja paso al elemento primigenio, mediante el cual el artista utiliza el metal como si de barro se tratase, modelándolo y alterando su forma cuando aún lo permite la materia al rojo vivo.
 
Tras los tanteos iniciales con las chapas de hierro, que aprendió a trabajar en las fraguas de Navalcarnero, comienza a construir objetos -orgánicos y geológicos- que emergen de un pedestal de piedra, en los que las fisuras y los huecos muestran el espacio existente tras la obra, introduciendo un diálogo entre el hierro y el espacio.
 
A finales de los sesenta su escultura se depura hacia un
neto, y en los años setenta elimina de sus obras la textura, el óxido y el valor plástico de la materia -en la que hasta ahora habían estado presentes las huellas del corte y la acción del soplete-, atraído por superficies tersas, planas y brillantes -sobre todo las pulidas y brillantes- de volúmenes geométricos estrictos. La reducción al cromatismo del hierro cromado, convierte el único color existente en verdadera explosión de color, ya que es la luz, con su reflexión, la que dota a la obra de nuevos matices.
 
A partir de 1972, el escultor concluye que el material debe ayudarle a conseguir el resultado que busca, pero que en modo alguno debe condicionarle, motivo por el cual la materia prima en la que trabaja forma parte fundamental de la propia creación.
 
Las pequeñas piezas de metal se convierten, como es el caso en este "Mural" de acero inoxidable de 1974, en elementos de tensión y fuerza plástica, en donde el espacio existente entre los volúmenes de las formas geométricas resulta ser el responsable del efecto buscado.
 
Se trata de ensamblajes de módulos geométricos cuadrangulares y cilíndricos. Los módulos prismáticos, sólidos y compactos, se ven horadados por círculos de cuya acción sólo queda el vacío. Las piezas independientes forman grupos, más o menos aleatorios, según los deseos del artista. La obra se integra en el muro sin establecer relación con el suelo, pues en estos años las esculturas de Feliciano renuncian al pedestal y se cuelgan de cables o de una superficie, poniendo en evidencia las tensiones propias de la masa.