Pintor y escultor soriano de gran sensibilidad artística y muy hábil en el manejo de la materia escultórica elegida, su estilo se sitúa entre la postmodernidad y el neorromanticismo. Con su obra es capaz de hacer vibrar al espectador, llevándole a un mundo imaginario donde todo es posible mediante el cincelado de curvas, pliegues y formas de ensueño.
 
En el caso del Arquero bailarín y Movimiento, ambas de la misma fecha, recurre al uso del bronce como material perfecto para captar este universo onírico. El arquero se convierte en un personaje irreal, mágico, que parece fundirse en un movimiento danzante no exento de sensibilidad. En cuanto a la obra Movimiento, una figura apenas reconocible, se abre hacia el exterior llena de vitalidad.
 
Respecto a la Figura de 1978, trabaja magistralmente la talla en madera dando forma a lo que parece ser una mujer, por esas curvas y formas sensuales, reposando en una posición galante.