Luisa Granero

(Barcelona, 1924 - 2012)

Desnudo, mujer tumbada

h. 1971

mármol de Carrara

49,5 x 88,5 x 28,3 cm

Nº inv. 34184

Colección BBVA España



Luisa Granero es considerada una de las escultoras españolas más destacadas del siglo XX. Su origen catalán le permite desarrollar una especial sensibilidad hacia el Mediterráneo, que plasma principalmente en sus desnudos femeninos, en los que además se manifiesta su amor por la belleza formal propia del arte clásico. Este vínculo directo con la tradición se ve reforzado a su vez por la depuración, la sobriedad y el equilibrio, que dotan a sus obras de una expresividad contenida muy característica de la escultura contemporánea.

A lo largo de toda su trayectoria, la importancia de la mujer mediterránea ha sido uno de los fundamentos sobre los que se asienta su lenguaje plástico, logrando una perfecta simbiosis de la influencia de tres grandes escultores: Aristide Maillol (1861-1944) y los noucentistas Manolo Hugué (1872-1945) y Josep Clarà (1878-1958). De ellos aprende el sentido de la corporeidad así como el aspecto monumental, solemne, sensual y equilibrado de sus piezas, cuyo carácter reflexivo es muestra de una marcada modernidad.

Como se aprecia en Desnudo, mujer tumbada, sus figuras femeninas no son arquetipos: representan emociones y virtudes humanas, transmitiendo armonía, serenidad y espíritu propio. Inspiradas en la fuerza mediterránea, pretenden plasmar el mensaje estético de la vida cotidiana a través de una rotunda sinceridad. Granero va más allá de copiar a la modelo; su concepción estructural aúna su admiración por el arte neoclásico y el deseo de eliminar todo elemento innecesario, para concebir esculturas cargadas de pureza y libertad.

El objetivo principal de Granero ha sido siempre transmitir su pasión por crear desde la intimidad, para reflejar de modo sincero su personalidad, alejada de toda sofisticación. Cada una de sus piezas es fiel reflejo de la gran lección de Miguel Ángel (1475-1564): la fuerza de la escultura debe emanar del interior hacia el exterior, y en esta aspiración reside su mayor dificultad. Granero consigue eliminar lo superfluo, sin llegar a la abstracción ni perder la forma humana, traspasando la materia para conquistar el alma del público.