Juan José Aquerreta

(Pamplona, 1946)

Cabeza de atleta

1993

yeso

65 x 43 x 53 cm

Nº inv. 4177

Colección BBVA España



A pesar de contar con un merecido reconocimiento, en su desempeño como artista Juan José Aquerreta huye del ruido y de las etiquetas. Calificado de creador solitario e independiente, cultiva una obra marcada por el silencio y la atemporalidad, que busca la veracidad del motivo representado. Su madre, escultora, le inculcó desde niño el amor por el trabajo en las tres dimensiones, si bien se sirve habitualmente de la pintura y el dibujo. El empleo ocasional de esa disciplina le permite materializar los volúmenes sólidos y rotundos que realiza en papel, obteniendo resultados muy notorios.

El retrato es el género artístico por excelencia en su obra. Lo practica como medio de autoconocimiento, de dignificación y reivindicación de la singularidad de cada ser humano, que proclama elevando a la persona a la categoría de monumento. De manera recurrente aparece una única figura aislada, resaltando también la otra cara de esa condición singular: la soledad.

En la trayectoria de Aquerreta es frecuente el trabajo en series, que le permite depurar la plasmación de un tema y ahondar en su esencia. Uno de los motivos a los que se dedicará a inicios de los noventa es el del atleta, que identifica con la figura mítica de Apolo y que manifiesta el interés del artista por la representación del ser humano. Aborda su elaboración mediante distintas técnicas, en unas ocasiones de cuerpo entero, en otras centrándose en su rostro.

Tal es el caso de Cabeza de atleta, pieza resuelta con una estructura muy clásica, en la que prescinde de los detalles para dar mayor protagonismo a las formas. A través de la realización de esta extensa serie, sintetiza los rasgos fisionómicos, como si en su ejecución se produjera la búsqueda de una imagen arquetípica o de un canon subyacente. El resultado final es un busto hierático e inexpresivo y de apariencia colosal.

La pureza de sus líneas remite a la escultura griega arcaica, evidente en la simplicidad formal y en el acabado del yeso mediante una pátina que intenta imitar la suavidad del mármol. El primitivismo, la rotundidad de su geometría, el volumen y la solidez de la cabeza son características que se relacionan con la influencia que sobre él ejercen artistas como Piero della Francesca (1416/17-1492) o Pablo Picasso (1881-1973).