Nos encontramos ante un bellísimo ejemplo de la escultura en madera de la artista Mar Solís.

La obra de esta escultora ha pasado por diferentes etapas, vinculadas al uso de materiales diversos, siendo la madera un material recurrente en su producción. Como manifiesta la propia artista, “La madera tiene interpretaciones intrínsecas de calor, familiaridad, de vida. Su piel es más cálida y sensual que la de cualquier otro material y aprovecho esto para realzar el dibujo espacial”.

La escultura de Solís es eminentemente orgánica. Su personal forma de tratar la escultura bebe de fuentes tan diversas como la arquitectura gótica, la caligrafía oriental y las formas vegetales que brinda la naturaleza. Sus obras conquistan el espacio, principal terreno del escultor, con formas curvas que se enlazan de manera caprichosa sin por ello perder su equilibrio: “Mis piezas son lugares de reflexión, meditaciones abstractas sobre la fragilidad y el equilibrio”.

Esta obra pertenece a la serie Introspección y fuga, cuyas piezas se construyen mediante tres elementos iguales que se interconectan y disponen de manera distinta en cada escultura. En Auriga, la madera de tilo, casi sin tratar, muestra toda su belleza e invita a perderse en sus formas y bucear con la mirada entre sus espacios.