Esta muestra ofrece un recorrido cronológico por la pintura decimonónica, principalmente española, hasta llegar a la configuración de la modernidad durante el cambio de siglo.
A principios del siglo XIX el desarrollo del Romanticismo determina el éxito de los pintores costumbristas, como Jean-Baptiste Achille Zo o Eugenio Lucas Velázquez, que contribuyen a difundir una visión estereotipada y pintoresca de España. De forma paralela, el género del paisaje apuesta por una interpretación fidedigna del natural y las vistas panorámicas alcanzan un especial apogeo, destacando la producción de Pablo Gonzalvo.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX surge la denominada “pintura preciosista”, que tiene gran aceptación entre artistas como Anselmo Guinea o el joven Joaquín Sorolla. Dentro de esta tipología se manifiesta una absoluta fascinación por el exotismo de Oriente, presente en las obras de José Villegas o Ricardo de Madrazo. Al mismo tiempo se asiste a la evolución del paisaje, protagonizada por Carlos de Haes, que defiende el contacto directo con el natural y el estudio de la atmósfera en todos sus estados, lección asumida, entre otros, por Ramón Martí i Alsina o Segundo Matilla i Marina.
El tránsito del siglo XIX al XX, periodo conocido como “fin de siglo”, está representado en la exposición a través de distintas tendencias que se desarrollan de manera simultánea y que, juntas, reflejan la asimilación de los nuevos lenguajes plásticos que desembocaron en el nacimiento del arte moderno. Se muestran en primer lugar ejemplos de retratos finiseculares realizados por artistas tan significativos como Raimundo de Madrazo o Joaquín Sorolla, para continuar con la importante pintura luminista de Eliseu Meifrèn o Salvador Martínez Cubells y terminar con la exaltación de la temática regional, un intento por reivindicar la identidad nacional, de la mano de Valentín de Zubiaurre o Fernando Álvarez de Sotomayor, entre otros.
La conexión con el ambiente europeo juega un papel fundamental en este proceso de renovación, bien manifiesto en la estética simbolista de la producción paisajística de Santiago Rusiñol o Nicolás Raurich así como en el interés por captar la instantaneidad que observamos en las escenas de la vida cotidiana de Ramón Casas o Ramón Pichot. En este contexto, el paisaje es el género que más posibilidades de experimentación plástica ofrece a pintores de la talla de Darío de Regoyos, Joaquim Mir o Daniel Vázquez Díaz, que aporta una personal interpretación del cubismo. La muestra finaliza con una selección de los principales artistas que, gracias a su contacto con la vanguardia internacional, son considerados los máximos responsables de la configuración de la modernidad en nuestro país: Francisco Iturrino, Aurelio Arteta e Ignacio Zuloaga.