Miquel Navarro

(Mislata, Valencia, 1945)

Boceto en abanicos

1985

lápiz y tinta china sobre abanico japonés

38 x 52,6 cm

Nº inv. 5122

Colección BBVA España


Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, comienza pintando obras de carácter expresionista, pero a partir de los setenta, ante su necesidad de trabajar con el volumen, se dedicará en exclusiva a la escultura.

A partir de 1974 construirá cientos de figuras geométricas simples, que dispondrá reagrupadas por el suelo, constituyendo impresionantes ciudades, con sus edificios, avenidas, barrios y fábricas, impregnadas de una atmósfera de ausencia e intemporalidad que las dota de un carácter dramático. En estas composiciones dispone algunos elementos verticales, fálicos, que se convierten en hitos que aluden a la figura humana, a la soledad, y también, como ha manifestado el propio artista, al poder.

Estas obras fueron pintadas con motivo de la exposición Otros abanicos, promovida por la Fundación Banco Exterior de España y celebrada el año 1985 en su sala de Madrid. En ella se exhibían abanicos y pai-pais chinos decorados por veintinueve artistas.

Más conocido por su faceta de escultor, su producción artística abarca también pintura y dibujo. El tipo de
que escoge, el
japonés, de líneas rectas y el país de papel, es aprovechado de manera magistral en dos propuestas, Ciudad de cactus, más pictórica,y Bocetos en abanicos, más cercana a los dibujos preparatorios que el artista suele hacer como paso previo a sus esculturas, o, en otros casos, como motivo autónomo de reflexión.

En el caso de Bocetos en abanicos, Miquel Navarro aprovecha las cualidades formales del soporte para desarrollar diferentes motivos en cada una de las divisiones del país. Estos bocetos parecen mostrar módulos de lo que podría ser una de sus ciudades, o tal vez elementos sacados del mundo industrial. Para Miquel Navarro, como para muchos otros artistas, el boceto es un elemento de partida o de reelaboración de la idea, y es interesante comprobar que en esta obra se convierte en el motivo principal, como si al desplegar el  
se estuviese desplegando un proceso creativo.