Este es un maravilloso ejemplo de la obra gráfica de un Tàpies ya consolidado a finales de los sesenta. En esta época Tàpies vuelve a incluir en sus obras elementos figurativos, tal vez como reacción al creciente sentido académico del arte abstracto del momento.

Coincidiendo con los inicios del

 arte povera 

tendencia artística de finales de los años sesenta en la que los artistas utilizan materiales considerados “pobres” por su facilidad de obtención, como maderas, hojas, piedras, vegetales, telas o cualquier otro material de deshecho carente de valor. Su máxima era el rechazo de los materiales industriales costosos, en un intento de potenciar la creatividad mediante la reutilización de dichos objetos.

, el artista catalán se interesará por objetos de la vida cotidiana. Este sobre −titulado en francés, Enveloppe− se conforma con cuatro trazos −que sugieren la arquetípica cruz tan habitual en la obra del artista catalán−, unidos por otro trazo remarcado y complementado con un grafismo. Los motivos de la cruz y el aspa están dotados de un contenido simbólico fundamental. El artista catalán busca entroncar así con una tradición simbólica atesorada a lo largo de siglos de historia y llegar con su obra a una “estética profunda”; como él mismo afirma, “el artista siempre busca los esquemas fundamentales, últimos, las justificaciones más generales de las cosas, los símbolos que le dan valor universal y duradero”.

La litografía permite a Tàpies ejecutar una obra de gran frescura e inmediatez, que se presenta como una pieza única, plagada de texturas visuales que nos recuerdan a la tinta y al grafito. Una obra ejemplar por su sencillez y calidad.