Esta obra forma parte de la edición del libro Nocturn Matinal, realizado conjuntamente por Antoni Tàpies y el poeta Joan Brossa (1919-1998) y publicado por Polígrafa. Esta litografía pertenece, concretamente, a la suiterehaussée editada junto al libro en tirada numerada y firmada de 100 ejemplares. En esta suite, una edición especial de las litografías del libro, Tàpies añade algunos retoques a los motivos originales, como, en este caso, la inclusión de los cuatro trazos en rojo que realzan la composición.

Procedente de una familia muy vinculada con la actividad editorial y librera, el interés de Antoni Tàpies por la bibliofilia fue patente a lo largo de toda su prolífica carrera. El libro Nocturn Matinal fue concebido junto al artista y poeta Joan Brossa, a quien le unió una gran amistad y una notable afinidad artística. La relación profesional entre ambos tuvo su origen en la fundación, en 1948, de la revista

 Dau al Set 

grupo multidisciplinar vanguardista español, creado en 1948 en Barcelona, en torno a la revista homónima, por los artistas Joan Brossa, Joan Ponç, Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Joan-Josep Tharrats y el filósofo Arnau Puig. Adscrito inicialmente al surrealismo, crea un estilo propio que se caracteriza por su intento de sintetizar la literatura y la pintura.

y del grupo homónimo; desde entonces colaboraron en diferentes proyectos, principalmente libros de artista: Cop de poma, 1963 −en el que participan también otros artistas, como Joan Miró (1893-1983)−,El pa a la barca (1963), Novel·la (1965) y Nocturn Matinal (1970). Juntos prepararon también el número 180 de la revista Derrière le Miroir (1969), editado por la Galería Maeght.

Tàpies colaborará igualmente con otros artistas y escritores, como es el caso del libro Retornos de lo vivo lejano, junto a Rafael Alberti (1902-1999),de cuya suite de litografías posee también ejemplares la Colección BBVA.

La técnica de la litografía permite que la obra respire con la frescura de una pieza única. En esta, el motivo central se acentúa por cuatro puntos negros, continuados con los trazos rojos en la orientación de los cuatro puntos cardinales. El número cuatro, asociado formalmente a lo largo de su obra a la cruz y el aspa, está dotado de un contenido simbólico fundamental. El artista catalán busca entroncar así con una tradición simbólica atesorada a lo largo de siglos de historia y llegar con su obra a una “estética profunda”; como él mismo afirma, “el artista siempre busca los esquemas fundamentales, últimos, las justificaciones más generales de las cosas, los símbolos que le dan valor universal y duradero”.