Matías de Arteaga y Alfaro

(Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1633 – Sevilla, 1703)

El sueño de san Fernando

h. 1672

óleo sobre lienzo

137,5 x 96 cm

Nº inv. 1024

Colección BBVA España



Aunque esta obra estuvo tradicionalmente atribuida a Juan de Valdés Leal (1622-1690), tanto Elisabeth Du Gue Trapier como Alfonso E. Pérez Sánchez la consideran obra de un discípulo suyo, Matías de Arteaga y Alfaro, a juzgar por el estilo y la ejecución de la figura.

El hecho de que el paisaje urbano del lienzo coincida con el de uno de los pedestales del altar que se levantó en 1671 en la capilla mayor del Sagrario de la catedral de Sevilla para la canonización del santo, llevada a cabo por Clemente X, tal como aparece en un grabado de Matías de Arteaga que ilustra el libro de Fernando Torre Farfán Fiestas en la iglesia metropolitana y patriarcal de Sevilla al nuevo culto del Señor Rey San Fernando, 1672, refuerza esta atribución, aunque otros autores siguen considerándola obra de Valdés Leal.

La vista de la ciudad y las figuras de los soldados resultan más acordes con la pintura de Valdés Leal de hacia 1670, época en la que se realizaría la obra. Sin embargo, la figura del santo, excesivamente terminada, está más cerca de la pincelada de Arteaga. Hay que tener en cuenta que en 1917 José Gestoso indica que la pintura fue restaurada sobre todo en la figura de san Fernando, por lo que quizás una nueva restauración permitiría desvelar nuevos datos que confirmen la autoría de la obra.

La composición se inspira, con las correspondientes modificaciones, en una estampa de Rafael Sadeler que aparece en Bavaria Sancta —un libro de grabados muy usado en la Sevilla del momento, sobre todo por Murillo— y que representa a Guntarius, obispo de Ratisbona. Los elementos están invertidos y modificados con respecto al grabado. El paisaje con arquitecturas se sustituye por la visión de los soldados y las murallas de Sevilla, con la Giralda y la catedral, y el querubín se torna en Virgen de los Reyes, que anuncia a San Fernando la toma de la ciudad.

En dos planos superpuestos bien definidos gracias al cortinaje, se sitúan san Fernando, durmiendo sentado en un trono, y la ciudad de Sevilla, con un campo de batalla en primer término. El santo va ataviado con armadura,
, puñetas y calzas con motivos en espiral que evocan las decoraciones vegetales italianas. Sobre un bufete reposan los atributos del santo: la corona y el cetro reales y, envainada, la espada
. En segundo plano se representa el campo de batalla con la ciudad de Sevilla al fondo —con la muralla, la Torre del Oro, la Giralda y parte de la catedral— y, coronando la composición, la aparición de la Virgen de los Reyes al rey.

Fernando III de Castilla, apodado el Santo, fue considerado uno de los héroes de la Reconquista. Hijo de Berenguela I de Castilla y de Alfonso IX de León, bajo su mando reunió ambas coronas. Logró arrebatar a los musulmanes la supremacía sobre las ciudades de Córdoba, Sevilla, Jaén y Murcia y fundó la catedral de Burgos. Fue canonizado por el papa Clemente X en el año 1671, momento en que se pudo encargar esta obra.

Representa la aparición de la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla, al monarca. Según la tradición, estando el rey Fernando en su campamento de Tablada, durante el asedio de Sevilla y antes de iniciar la reconquista de la ciudad, se retiró a su tienda a rezar. Adormecido por el cansancio, tuvo una visión en la que la Virgen de los Reyes le prometía que conquistaría Sevilla. En el lienzo, la Virgen, representada con sus atributos —bastón de mando, medalla de la ciudad de Sevilla y fajín de capitán general—, sostiene en sus rodillas al Niño Jesús coronado. Al despertar, el rey llamó a su capellán —el obispo de Segovia y posteriormente de Sevilla, Raimundo de Losana— y le relató la visión que había tenido. Poco después el rey pudo por fin entrar victorioso en la ciudad de Sevilla, según las fuentes en el año 1248, tras quince meses de asedio.