Carmelo García Barrena

(Bilbao, 1926 ─ 2000)

Ondarroa

s.f.

óleo sobre lienzo

65,2 x 80,8 cm

Nº inv. 1625

Colección BBVA España



García Barrena ha sido uno de los pintores más destacados de la denominada Escuela Vasca, movimiento formado por una serie de artistas cuyas obras tuvieron como objetivo fomentar la exaltación de la cultura y las tradiciones vascas. Este sentimiento común, que va más allá de una mera temática o de una referencia geográfica, es lo que caracteriza su pintura a lo largo de toda su trayectoria y la individualiza respecto a cualquier otra interpretación moderna. Centrado en buscar el equilibrio entre arquitectura y sentimiento, sus paisajes poseen un marcado carácter intimista, configurándose como testimonios plásticos que, fieles a las leyes pictóricas, transmiten el espíritu local.

Esta obra es un claro ejemplo de su lección paisajística. Representa un rincón del casco antiguo de Ondarroa, donde se aprecia la iglesia de Santa María entre casas distribuidas a modo de estructuras geométricas que organizan el espacio. Destaca su gran sensibilidad cromática, así como su calidad técnica, con pinceladas sueltas y veladuras que no se llegan a fundir. La paleta adopta una tonalidad sombría, a base de ocres y verdes, que contrastan con algún rojizo, creando una masa pictórica integrada y armónica. Uno de los elementos fundamentales en la pintura de García Barrena es el estudio de la luz, que modela el tiempo y el espacio para dar naturalidad a sus paisajes y unificar la escena, creando un ambiente sublime de gran fuerza interior y máxima expresión plástica. En su conjunto, consigue transmitir a la perfección la sensación del ambiente húmedo típico del País Vasco, complementado por un cielo grisáceo que elabora con gran virtuosismo.

En su producción se detectan diversas influencias. La importancia del color y el interés por la fugacidad del momento remiten a la pintura impresionista; el tratamiento del espacio a través de planos creados mediante el contraste lumínico es heredero del
revisado de Daniel Vázquez Díaz (1882-1969). Por su parte, la simplicidad de las composiciones, la técnica fluida y la rotundidad de los volúmenes son claras reminiscencias de Darío de Regoyos (1857-1913), uno de los puntos de referencia de García Barrena. Cabe destacar también el influjo de los maestros flamencos, patente en su concepción del arte, que se hace presente desde su primera experiencia artística en Amberes durante la Guerra Civil y se refuerza durante su estancia posterior. En su obra se da una perfecta simbiosis de lo vasco y lo flamenco, principalmente en su honradez y en ese "pathos" estético que encaja con su manera de entender el arte. Sus calidades pictóricas y su seriedad en la ejecución, igual que acontecía con los artistas flamencos, corresponden a su concepto humilde del arte cuyo objetivo es realizar una pintura delicada y recogida.