Joaquín Vaquero Palacios

(Oviedo, 1900 — Segovia, 1998)

Nueva York

1928

óleo sobre lienzo

100,8 x 125,2 cm

Nº inv. 1639

Colección BBVA España


El artista pintó esta obra durante su primera estancia en Nueva York —ciudad a la que había llegado en diciembre de 1927 con una beca de la Junta de Estudios— con motivo de su exposición en la Knoedler Gallery.

Es en estos momentos cuando decide abandonar el colorismo que caracterizaba sus primeras composiciones y opta por tonos más grises y luces más sombrías, elementos que terminarán estando presentes en sus obras posteriores, como es el caso de los paisajes mineros que pinta en Asturias, que se encuadrarán en lo que el propio artista denominó “época negra”.

Las paradojas derivadas de la modernidad se reflejan en una ciudad como Nueva York, en la que son evidentes las contradicciones y conflictos de ritmo vital existentes entre dos mundos contrapuestos que conviven en un mismo espacio: los rascacielos de Manhattan y el puente de Brooklyn como telón de fondo, frente a ese carro tirado por caballos que evidencia un mundo rural todavía presente en la gran urbe. Sin duda esta obra es paradigma de una naturaleza que se va viendo desplazada por la presencia del hombre.

Cabe destacar el protagonismo del mar y el cielo en esta composición, en la que cobra importancia el reflejo de esos efectos atmosféricos que entonces interesaban tanto al artista, así como la innovación plástica que supone el corte de las figuras situadas en el borde inferior del cuadro.