Esta pintura, de carácter aparentemente improvisado, responde a una clara intención de estudio de la luz cambiante y de la composición cromática. La temática es simple y se acerca a la concepción moderna de la búsqueda de elementos naturales, de paisajes sin modificaciones estilísticas. Capta la belleza tal y como se presenta, creando los efectos de luz con amplias pinceladas y viveza de color.

El artista muestra una paleta colorista muy acusada en el tratamiento de tejas, prados, árboles y montañas que produce una vibración cromática acorde con el impresionismo y que recuerda también la pintura de Van Gogh.

La obra representa el cementerio y la iglesia de un pueblecito del Languedoc francés. Formó parte de una exposición realizada en la Galerie Georges Petit de París en 1924, según consta en inscripción al dorso.