Joan Claret es un artista que huye de la improvisación. Tanto sus pinturas como sus acuarelas y grabados nacen como fruto de una meditada composición cuyo objeto es la definición del espacio. Un espacio que, en cuanto algo que está definido por el hombre, siempre está relacionado con la arquitectura.

En esta obra Claret articula un espacio irreal, definido -siguiendo con el símil arquitectónico- por sectores lineales rectos y curvos a modo de contrafuertes, vigas maestras, arcadas fabuladas y laberintos entrelazados.

La línea es para el artista el elemento primordial, “como las notas del pentagrama para el músico”. En sus obras sobre lienzo la línea se define por el contraste entre sectores modulados por diferentes valores de gris y azul, siendo este último el color utilizado para resaltar zonas concretas de la composición.

Un artista que trata de alcanzar la esencia, de meditado método y elegancia formal.