José Joven

(Sabiñán, Zaragoza, 1959)

Nara II

1992

técnica mixta sobre tela

100,5 x 100,5 cm

Nº inv. 4108

Colección BBVA España



Para comprender su obra hay que remitirse a las influencias orientales, sólo así se entienden los espacios silenciosos que configuran la pintura de este artista, que al relacionarse con la figuración, la luz y la sombra genera una nueva realidad, ligera y misteriosa. De hecho, este lienzo es un homenaje a la ciudad de Nara, cuya silenciosa naturaleza desprende espiritualidad y que tanto impactó al artista durante su viaje a Japón.

Las obras de José Joven están dentro de un lenguaje abstracto que concede mucha importancia a los fondos, ricos y densos en materia, y a la relación entre dicho fondo y los motivos que aparecen sobre él. Recurre mucho a signos como la cruz, el aspa y el círculo, elemento fundamental en esta composición.

El artista nos muestra una nueva realidad, siempre abierta e inacabada, en la que deja espacios vacíos que el espectador debe rellenar. Superficies cargadas de información y vivencias personales, de pequeños fragmentos de la realidad. Por tanto, su temática será la memoria, el tiempo y la naturaleza que le rodea. Genera poderosos mensajes de carácter etéreo.

En este caso concreto, su vocabulario geométrico pierde fuerza en los contornos en relación a sus obras anteriores. Las líneas de las formas se confunden con el fondo, quedan casi enterradas, como elementos próximos a una atmósfera imaginaria de ensoñación. Cabe destacar la presencia de una red de cuadrados a la izquierda del lienzo, algo poco habitual en sus composiciones, que nos recuerda a ciertos formatos de la estampa japonesa, así como a la energía antinaturalista de Kazimir Malévich (1878-1935) o Piet Mondrian (1872-1944).

Sobre una superficie nebulosa, de capas de color superpuestas que transparentan los negros del fondo, crea una atmosfera cromática de cremas, blancos y grises. Sobre ella, un punto rojo se presenta potente, centro compositivo que  focaliza la atención del espectador. Este eje visual se compensa con un trazo negro, que recuerda a algún elemento vegetal, como un tallo esbelto que equilibra la obra y proporciona direccionalidad al punto.