Este pintor leonés se traslada a Madrid con tan solo diecinueve años para estudiar en la escuela de Bellas Artes. Durante los ochenta fue uno de los pintores que trabajó en “la Nave” de la calle de Santa Úrsula, el

 Bateau-Lavoir 

edificio parisino en el que coincidieron numerosos artistas a principios del siglo XX. Por extensión, lugar de trabajo y reunión de pintores y artistas.

madrileño por el que pasó un importante número de artistas.

Se autodefine como un pintor “nacional surrealista”, siendo considerado como uno de los posibles herederos españoles del movimiento creado por Breton, a lo que hay que añadir su pasión por España y sus símbolos. Es un pintor visionario e imaginativo, cuyos cuadros parecen bañados por una atmósfera de sueño y de cuento de hadas.

Resulta curiosa la presencia del blanco en esta obra del artista perteneciente a un periodo en su producción (1990-1993) que quedó presente en la exposición bajo el título Sueños de cal. Sobre ese blanco que parece añorar paisajes del sur y luces mediterráneas, utiliza una paleta de colores brillantes del arco iris.

En Referencias oníricas. Sueño blanco IV, nos remite al mundo de los sueños, el fondo blanco se asemeja a un muro erosionado, lleno de manchas y graffiti. Sobre el recuerdo del humo de viejas hogueras, el espacio se ve invadido por distintos elementos —piedras de colores, flores, cálices— que proyectan su sombra sobre esa pared arañada, surcada de formas que nos recuerdan redes. La mirada se centra sin remedio en ese rectángulo negro que encierra un círculo especular. Ese paisaje nocturno que se abre en el sueño hacia lo desconocido.