Su dibujo es cuidado y exquisito a la vez que suelto y elegante. El color, que en la actualidad se ha vuelto más suave, sutil y contenido, dotado de trasparencias, está muy alejado de los colores intensos y las manchas que poblaban sus obras en los inicios de su creación y le proporcionaban esa fuerza y dramatismo presente en este lienzo de la Colección BBVA, en donde surgen, de sus atrevidos colores, figuras que intentan convertirse en corpóreas. Figuras que se alimentan de la memoria y el recuerdo, de su mundo onírico, pero que también son premonición de un futuro posible.
La referencia figurativa en su pintura se fusiona con la abstracción para plasmar de manera muy personal la expresión de sus sentimientos. El color es el soporte y marco de unos volúmenes trazados con gruesas líneas. La composición, equilibrada, busca la complicidad con el espectador.
En su pintura siempre han estado presentes la mitología y su particular bestiario de animales soñados (crisálidas, alados, etc.), que utiliza para mostrarnos ese universo plagado de metáforas, experimentado con los materiales para dar cuerpo a su creación y tratar de establecer los límites de su lenguaje.