Anónimo madrileño

Joven caballero de Santiago

h. 1650

óleo sobre lienzo

198,5 x 126,3 cm

Nº inv. 460

Colección BBVA España


El lienzo, atribuido tradicionalmente a Juan Bautista Martínez del Mazo (1611-1664), participó como tal en exposiciones en Madrid, Bruselas (1971) y Londres (1976). Es evidente que la composición recuerda la de los retratos velazqueños, pero con un punto de arcaísmo en la posición de las piernas abiertas en compás, como en los retratos de finales del siglo XVI. Sin embargo, el tratamiento de la mano derecha, de dedos finos y nerviosos, hace pensar en una fecha más cercana a 1650. Se ha apuntado la posibilidad de que fuese obra de Bartolomé González (1564-1627), Rodrigo de Villandrando (1588-1622) o Felipe Diricksen (1590-1679), aunque los dos primeros, por la fecha, quedarían descartados. Todavía sin atribuir, se trata de un retrato de excelente calidad, que en la actualidad se identifica como anónimo madrileño.

El lienzo procede, al igual que los retratos de Doña María de Vera y Gasca y de Juan González de Uzqueta —también en la Colección BBVA— del convento de las Carmelitas Descalzas de Boadilla del Monte, y todos ellos forman parte de la misma familia, fundadora y protectora del mismo.

Inicialmente se consideró a la dama, que se representa vestida a la moda de los años 1670 como la madre del muchacho, pero la edad del retratado, de dieciséis años (ETATIS SUAE 16 AÑOS) en torno a la fecha de realización de la obra, que Pérez Sánchez considera hacia 1645-50, desmonta esta teoría. Pero doña María de Vera y Gasca no tuvo descendencia, lo que nos lleva a pensar que el retratado podría ser Juan González de Uzqueta (1615-1670) joven. Quizá este retrato se hiciese para conmemorar la concesión de la orden de Santiago, pero también cabe la posibilidad de que las cruces se incorporasen en un momento posterior. En cualquier caso, aparece mención de don Juan como caballero de Santiago en 1636, e Ismael Gutiérrez Pastor apunta que la pose del retratado se aproxima a la utilizada por Velázquez en los retratos del príncipe Baltasar Carlos de hacia 1640. Asimismo, apunta que la obra podría ser de Bartolomé Román (1587-1647), segundo maestro de Juan Carreño de Miranda, que tanta relación tuvo con los padres del retratado.

La
, con ecos todavía del tenebrismo, se utilizó durante el reinado de Felipe IV (1621-1640) e inicios del reinado de Carlos II (1661-1700), a cuya moda viste el retratado. Sobre su severa indumentaria negra y su corta capa, del mismo paño, aparece bordada la cruz de los caballeros de Santiago.