Este cuadro es un buen ejemplo de la retratística de Ricard Canals. La ejecución es suelta y fresca, tal vez influida por los artistas impresionistas que pudo conocer durante su estancia en París: Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) y Édouard Manet (1832-1883).

El artista juega con elegancia con los tonos, atreviéndose a contraponer en el fondo colores complementarios –amarillo y violeta azulado− para definir la luz y la sombra. El tono amarillo azafranado de esta pieza recuerda la inclusión del artista en el grupo La Colla del Safrà (el grupo del azafrán).

La modelo aparece ataviada con indumentaria popular, cubierta con un manto negro que deja ver el borde rizado de la camisa, y peinada con un moño adornado con flores y sujeto con una peineta.

El conjunto, de gran riqueza plástica, es un magnífico exponente de la maestría de Canals en el arte del retrato.