El descubrimiento de la firma: “F.v. Mieris F. 1667” confirma que se trata de una obra del entorno de Fran van Mieris. Tras las investigaciones de Ana Diéguez-Rodríguez, se establece la hipótesis de que puede tratarse tanto de Frans van Mieris el Viejo como de su nieto Frans van Mieris II, quien muchas veces tomaba su firma y realizaba escenas similares a las del taller familiar.

Debido al tono dorado que se aprecia en sus obras, se creía que el artista pintaba sobre hojas de oro. Esta creencia fue desmentida recientemente, al demostrarse que ese efecto se debe a una técnica cuidadosa derivada del claroscuro aprendido de Gerrit Dou (1613-1675), quien lo consideraba el más destacado de sus discípulos. La composición de esta obra es muy sencilla, sin intenciones simbólicas, aunque se hace evidente una disposición especial de los elementos de la mesa y un juego de diagonales muy acusadas suavizadas por verticales sugeridas, que permiten crear volumen y profundidad en un entorno cerrado.