Fernando Zóbel

(Manila, 1924 – Roma, 1984)

Manantial de las Angustias

1975

Óleo y lápiz sobre lienzo

100 x 100 cm

Nº inv. P00278

Colección BBVA España



Fernando Zóbel fue una figura clave en la renovación plástica del siglo XX, no sólo por su papel como excelente pintor abstracto, sino también por su faceta de coleccionista y promotor cultural. El afán de apoyar y difundir el trabajo de otros autores de su generación le llevaron a fundar, en 1966, junto a Gustavo Torner (1925) y Gerardo Rueda (1926-1996), el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, que se consagró como una de las primeras iniciativas privadas que introdujo el arte no figurativo en España.

A lo largo de su vida desarrolló un lenguaje muy personal, difícilmente clasificable dentro de los movimientos que configuraron el panorama artístico de nuestro país durante la segunda mitad del siglo pasado. Comenzó su andadura reproduciendo escenas costumbristas de su tierra natal. Sin embargo, a mediados de los años cincuenta, el descubrimiento del expresionismo americano le impulsó a emprender el camino hacia la abstracción. Después de un periodo inicial de experimentación plástica, en la década de los sesenta alcanzó su etapa de madurez, caracterizada por una exquisita simplificación cromática y formal, que responde a un reflexivo análisis y reinterpretación de la realidad. Cabe destacar que las telas de Zóbel, pese a su aparente sencillez y espontaneidad, esconden un meticuloso proceso creativo, basado en la idea de apunte-dibujo-boceto-cuadro, lo cual le conduce a estudiar previamente y con detenimiento todos los elementos que integran el lienzo.

Manantial de las angustias es un importante testimonio de las obras que realiza en los setenta, cuando elabora la denominada Serie Blanca y su estilo está ya consolidado. En ella ocupa un lugar relevante la representación de la naturaleza desde una óptica individual, que prima la evocación de un paisaje sobre su veraz inmortalización. En esta pieza se puede apreciar la reducción de la paleta a dos tonalidades completamente equilibradas. Para los fondos Zóbel emplea la gama clara, que proporciona una gran luminosidad, mientras que utiliza la oscura para generar volúmenes y aportar profundidad y dinamismo a la composición. Llama la atención la pincelada rápida, que remite a la gestualidad de la caligrafía oriental, una de sus principales fuentes de inspiración. Dichos trazos parecen emerger de una suerte de niebla, propia de la producción del creador en estos momentos. Esta técnica alude al sfumato de Leonardo da Vinci (1452-1519), dejando patente la repercusión que tuvo la historia del arte, y muy especialmente el Renacimiento, en su trayectoria pictórica.