Agustín Ibarrola

(Basauri, Vizcaya, 1930 - 2023)

Sin título

h. 1970

óleo sobre lienzo

130 x 98 cm

Nº inv. P01546

Colección BBVA España



Como artista casi autodidacta, Agustín Ibarrola ha construido desde su juventud un lenguaje personal ligado a referentes del País Vasco (como Aurelio Arteta, 1879-1940, o Daniel Vázquez Díaz, 1882-1969) y a sus propias circunstancias personales. Considerado obrero e hijo de obreros, ha canalizado su lucha pacifista por la libertad de expresión a través de una simbología muy reconocible.

Durante la década de 1960 la obra de Ibarrola se había difundido en gran parte a través de grabados desde el colectivo Estampa Popular. Sus imágenes, talladas en linóleo y madera −materiales toscos que no permiten gran detallismo y producen una calidad de línea gruesa y dura−, pueden haber influido en su manera de trabajar la pintura. De su condición de miembro fundador de
mantendrá en años posteriores el gesto geométrico y el intenso cromatismo.

Esta obra, Sin título, se corresponde con su estilo pictórico de la década de 1970, en la que retrata con frecuencia barcos, trabajadores, cabrias y chimeneas, representados con gestos sintéticos y geométricos. Durante esta época logra componer un paisaje vasco a través del esbozo del ambiente rural –en el que destacan los caseríos− e industrial. Pertenece a una línea temática muy recurrente, compuesta por imágenes del trabajo en la ría y el mar. Precisamente en 2021, Itsasmuseum Bilbao presentó Ibarrola en la ría, agua, hierro, fuego y aire, una exposición dedicada a este género. Las diferentes tramas de líneas negras, elementos frecuentes en toda su producción, aparecen en esta ocasión como oleaje que mece el buque y que parece confundirse con remos, sugiriendo la fuerza humana de la faena en el mar. Los marineros a bordo del barco no son individuos identificables, sus cuerpos asoman por la amura de estribor como un grupo esquemático sin rostro. La sintetización de los elementos de la composición, la austeridad cromática y los duros trazos negros apuntan claramente a un arte de declaración de identidad colectiva del trabajo obrero.

Pese al discurso político de su obra, Ibarrola no sacrifica la calidad pictórica de su trabajo en pro de su ideología. El gran formato de este cuadro, en el que la figura roja del barco en plano contrapicado parece avanzar contra el mar, logra generar una majestuosa imagen que habla de su propio sentimiento de arraigo. En Ibarrola ¿un pintor maldito? (1978), de Javier Angulo, el artista declara: "el arte es ya en sí una herramienta política y lo que había que hacer era dotarla de un contenido profundo, ser conscientes de que el arte es siempre la traducción de pensamientos, ideologías, vivencias individuales, colectivas, que se asienta en las constantes de una cultura, de unos momentos históricos y de un tiempo concreto en la historia de cada pueblo”.