Pere Pruna

(Barcelona, 1904 − 1977)

Obras del autor
XX Español

Perteneciente a una familia de origen humilde pero que siempre apoyó su carrera artística, Pere Pruna comenzó su formación en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, en Barcelona; gracias a su padre, que en su barbería atendía a muchos artistas, ya a los 13 años tuvo la oportunidad de exponer sus obras en la Galería Areñas.

En 1921 viaja a París, donde, por mediación de Sebastià Junyer (1878-1966), conoce a Pablo Picasso (1881-1973), cuya obra será un gran referente para él. Entre ambos se entabla pronto una relación de amistad, y Picasso le facilita vender y exponer en la Galerie Percier. La influencia del malagueño, que se encontraba en el momento en su etapa clasicista, será muy patente en la obra de Pere Pruna, especialmente en su etapa parisina.

Otro de sus grandes referentes artísticos fue la pintura renacentista, que en 1925 le llevará a viajar Italia en busca de la obra de Rafael Sanzio (1483-1520), Piero de la Francesca (h. 1415-1492) y Sandro Botticelli (h. 1445-1510), pintura que admiraba y que traducirá en su propia obra.

Será en París donde encontrará su hogar durante largo tiempo y donde conocerá al fundador de los Ballets Rusos, Serguéi Diáguilev (1872-1929), otra de las personalidades que marcará su carrera; gracias a él se inicia en la elaboración de decorados y vestuarios, una actividad a la que antes que él se habían dedicado también artistas como Picasso o Henri Matisse (1869-1954). Pruna participa en la puesta en escena de los ballets Les matelots y La pastorale, de Georges Auric y de la ópera Maximilien, de Darius Milhaud. Esta experiencia le llevará a viajar, gracias a lo cual comienza a ser apreciada su pintura en Londres. La fama adquirida le llevará más tarde a exponer también en Estados Unidos, Ámsterdam y en la Bienal de Venecia en los años 1936 y 1938.

La estética de Pere Pruna entronca perfectamente con el cambio de gusto que experimenta Europa en ese momento: como se puso de manifiesto en la Exposición de las Artes Decorativas de 1925, el público se alejaba desencantado del
. Prueba de ello y de la difusión internacional de su pintura será el reconocimiento de la obra de Pruna con el Segundo Premio en la exposición del Carnegie Institute de Pittsburg el año 1928.

Su obra tendrá como tema central la figura femenina en su juventud. Tienen también especial interés sus obras de temática religiosa, en la que encontrará refugio espiritual en sus etapas más convulsas. Su técnica abarcará desde la pluma y el pastel, pasando por el óleo, hasta el grabado y la escultura; además, sus inquietudes literarias −era un ávido lector− le llevarán a escribir algunos ensayos y relatos cortos.

Pere Pruna recibirá el Premio Nonell en 1936, en 1965 el premio Ciudad de Barcelona y tres años más tarde, en 1968, la llave de la ciudad. Su obra está presente en el Museu de Montserrat −donde hay una sala con su nombre−, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) y el Museu de Maricel, en Sitges.