Francisco de Goya y Lucientes

(Fuendetodos, Zaragoza, 1746 – Burdeos, 1828)

Obras del autor
XVIII-XIX Español

Nace el 30 de marzo de 1746 en Fuendetodos en el seno de una familia perteneciente a la pequeña nobleza aragonesa. Inicia sus estudios en la escuela de los Padres Escolapios de Zaragoza, donde conoce al comerciante ilustrado Martín Zapater, con quien mantendrá una gran amistad y cuya correspondencia a lo largo de su vida será una de las fuentes principales para el conocimiento biográfico del pintor.

A la edad de catorce años comienza su preparación artística en el taller de José Luzán (1710-1785), donde aprende copiando a los grandes maestros del Renacimiento y del Barroco italiano. Pese a esta formación académica inicial, fracasa repetidamente en los concursos para ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Aun así, permanece en la capital tres años, entrando en contacto con la producción de Anton Raphael Mengs (1728-1779) y Giovanni Battista Tiepolo (1696-1770), pintores de corte en ese momento.

En 1770 emprende un viaje por Italia. Durante su estancia en Roma, además de relacionarse con la colonia española, conoce a Giovanni Battista Piranesi (1720-1778), cuyos grabados quedaron impresos en su retina. La experiencia italiana, y el espíritu propio del Barroco, no tendrá repercusión inmediata en su obra, pero será primordial para la configuración de su periodo de madurez.

En el verano de 1771 regresa a Zaragoza, donde, gracias a la realización de un fresco para la Basílica del Pilar, se convierte en uno de los artistas más populares de la ciudad. En 1773 se casa con Josefa Bayeu, cuyos hermanos le ponen en contacto con Mengs. Este le encarga varias series de cartones para tapices destinados a los palacios reales, motivo que le lleva a establecerse en Madrid dos años después.

Finalmente, en 1780 consigue ingresar en la Real Academia, hecho que desembocará en la consolidación de su prestigio, un proceso que culmina con su nombramiento como pintor del rey en 1786. La fama le permite iniciar una extensa actividad como retratista de la nobleza madrileña, vinculándose a los ambientes liberales del entorno de Carlos III (1716-1788), entre los que se encuentran varios aristócratas ilustrados, como Gaspar Melchor de Jovellanos o los duques de Osuna.

En 1789 es nombrado pintor de cámara de los nuevos reyes Carlos IV (1748-1819) y María Luisa de Parma (1751-1819), continuando su labor como consagrado retratista de la alta sociedad. Tres años después enferma gravemente por la progresiva inhalación de carbonato de plomo y, como consecuencia, se queda sordo; su introversión y pesimismo se acentúan y marcan su producción, que adopta un carácter más expresivo y personal.

Tras esta grave crisis logra retomar su carrera, obteniendo en 1795 el puesto de rector de pintura en la Academia. Ese mismo año conoce a María Teresa Cayetana de Silva, duquesa de Alba, a la que retrata en su célebre cuadro y con quien entabla una relación muy estrecha e íntima. En esta época lleva a cabo un gran número de dibujos de índole caricaturesca e irónica que desembocan en la serie Los Caprichos, publicada en 1799; ese mismo año es nombrado primer pintor de cámara.

Los inicios del siglo XIX suponen una etapa de intenso trabajo. Además de los retratos de corte, como el memorable lienzo La familia de Carlos IV, recibe encargos de Godoy, entre los que destaca La maja vestida y, seguramente, La maja desnuda.

En 1808, con el inicio de la Guerra de la Independencia, Goya se pone al servicio de la patria, experiencia que reflejará posteriormente inmortalizando los hechos heroicos del 2 y 3 de mayo de 1808. Durante la contienda comienza la serie de estampas denominada Desastres de la guerra, plasmando en todas ellas el importante papel del pueblo y mostrando su apoyo a la causa liberal.

Finalizada la guerra, con la restauración en el trono de Fernando VII (1784-1833) en 1814, permanece lo más alejado posible de la corte y manifiesta su rechazo al régimen absolutista del monarca; sin embargo, como pintor del rey, seguirá realizando los retratos reales, así como los de la nobleza y la burguesía del momento.

En 1819 se aparta definitivamente de la corte y compra una casa en los alrededores de Madrid, la famosa Quinta del Sordo. Una nueva enfermedad, que origina una crisis profunda y aumenta su carácter tormentoso, le mueve a representar, en las paredes de su vivienda, un grupo de escenas alegóricas y tremendistas, que constituyen la culminación expresiva de su genialidad: se trata de las conocidas como Pinturas negras.

En 1824 Goya solicita permiso, como pintor de cámara, para ir a tomar las aguas a Francia y, dos años después, desde el país vecino, pide su jubilación. Se establece en Burdeos, donde fallece la noche del 15 al 16 de abril de 1828.